Hoy volví a ir.
Fue casi sin querer,
Estaba caminando sin rumbo y me di cuenta
De que tan sólo era mi mente la que no sabía la dirección,
Pues mis pies estaban decididos.
Me senté mirando al río.
Ya sé que no lo solíamos hacer así,
Pero necesitaba mirar el agua fluir,
Huir de mí,
Alejarse de mis infamias.
Porque no soy más que eso,
Un infame,
Un farsante,
Un... un... ¡Un tirano!
No soy más que un absurdo.
Mi vida es muy distinta ahora,
Ni siquiera me siguen llamando Red;
Hace años que no me pongo mi chaqueta,
Frecuento otros ambientes,
Ni si quiera respiro el mismo aire.
Empiezo a darme cuenta de que,
Queriendo lo mejor para mí,
No he hecho más que vivir la felicidad,
Sí,
Pero la de otra persona.
¡Pues cómo serían los ambientes previos!
ResponderEliminarMás vale la felicidad ajena que la amargura propia.