Desde el hígado

Soy una botella vacía,
En mi interior
Tan sólo reside
El eco de un silbido;
Un silbido muerto
Que retumba en mis paredes
Provocando un sutil y
Doloroso, desquiciante,
Temblor.
Aprovecho las corrientes de aire
Que me empujan hacia el borde de la barra,
Anhelando cada milímetro
Que me separa de estallar contra el suelo.

Desde el estómago

Se acabaron tus historias,
Sí,
Se acabó;
Estoy harta de tropezarme con cuentos
Donde los personajes no son más que alegorías
De nosotros mismos.
Deseé ser tu sueño una vez,
Luego me di cuenta:
Por mucho que vivamos una mentira
No es más de verdad.
Y ahora que caminas sin rumbo,
Sin papel,
Sin musa,
Te preguntas en cada parpadeo
Qué hiciste mal;
Nada,
No hiciste nada en absoluto.

Desde el pulmón

Una calada intensa,
Primer contacto cálido en un mes;
Suspiro,
Tardes como ésta,
De amaneceres de lo abstemio,
Deberían marcarse en un calendario.
Recuerdo tus caricias,
Fumo con ganas;
Tardes como ésta,
Nubladas y violentamente tranquilas,
Solíamos dar un paseo.
Me levanto del banco
Y camino un trecho,
"Llegaré hasta donde tú me dejes llegar"
Tus mentiras agradables
Me saludan cada vez que doblo una esquina;
La ciudad era nuestra,
No tengo a dónde huir esta vez.

1954

Sólo es en noches como éstas,

En las que las mantas no consiguen abrigarme,

Cuando me doy cuenta.

Intento respirar pero me ahogan mis propios sueños, 

Tú, mi mayor anhelo,

Tú me robas el aire.

Tres tragos de café,

Un recuerdo amargo.

Mi corazón está enterrado,

Bajo el tiempo ya pasado,

En una escena que jamás volverá a representarse.

Me hundo en el destemplado sabor de la taza.

E irónicamente, entre las cortinas

Se filtran los rayos de sol,

Clavándome en el alma 

El eco de la calidez de tus ojos.